jueves, 5 de julio de 2007

2. LEE MAVERS, Y LA CANCIÓN PERFECTA

PERDIDO Y NO ENCONTRADO: LEE MAVERS

“GIVE ME ONE LAST KISS / BEFORE I GET OUT OF THIS”


Igual que si escucháramos una canción que nos sonara mucho pero que no pudiéramos reconocer del todo con exactitud, tal vez nos fascinara e intrigara aún más el saber algo acerca de ella, …, hay algunas historias aparentemente sin historia (y con personaje desaparecido), que nos llegan a intrigar más de lo esperable. Más de lo que sería normal.



…En el momento en que escuché casi por casualidad oír hablar sobre Lee Mavers –una de esas conversaciones ajenas, en el Metro o en cualquier otro lugar- se apoderó de mí una fascinación por saber, por conocer algo más del personaje. Supe que ya no lo podría dejar pasar. Por él, y por la canción de la moraleja que iniciaba este artículo. La canción sería, sin duda, “There she goes”. Y el personaje perdido sería, por supuesto, Lee Mavers, de los “The La’s”. Hagan una cosa: pónganle “There she goes” a cualquier persona que conozcan: reaccionara, creerá reconocerla, preguntará de qué le suena tanto esa melodía, …pero no sabrá decir quién la cantaba.

…Les voy a contar una historia. La historia de un grupo de mozalbetes (suenan de fondo unos acordes introductorios casi irresistibles), unos mozalbetes de una ciudad del norte industrial de Inglaterra, p.ej., Liverpool (ciudad curiosamente generadora de grandes grupos musicales, un ejemplo sería The Beatles, no se si les suenan), unos chavales casi imberbes aún, que se juntan por su pasión por las guitarras y por los grupos de Beat Rock de los 60, sobretodo Beatles y Stones. Destacaba entre ellos un muchacho problemático, con pocas habilidades sociales o en la escuela, y que sin embargo empezaba a descollar por una preocupante habilidad… la de empezar a conseguir que misteriosamente surgiera magia cuando cogía una guitarra y cantaba. Eran mediados los 80, pero para ellos era como si fuese el 66: les podía dar igual. Tal vez su fantástico mundo de cuerdas y bordones, y coches rápidos y brillantes de los cincuenta, y muchachas que veían pasar sin que dejara de cortárseles la respiración…, fuera demasiado real cuando cogían los mástiles y baquetas y dejaban a un lado toda la grisura de su ciudad; de sus vidas, de sus modestas familias… de todo eso que es la vida sin la música.

Lee Mavers y un grupo de compinches fundaron un grupo de nombre bastante estúpido, “The La’s”, que al parecer se le ocurrió al primer cantante del grupo en un sueño. E igual que uno a veces necesita entrar en calor para que le vayan saliendo las cosas, para que le salgan las cosas realmente buenas que se tienen dentro, The La’s se fueron rodando y entrando en calor a lo largo de los 80, hasta conformarse en cuarteto con Mavers como cantante y principal compositor, o más bien artesano, orfebre de sus propias canciones. Fue así como fueron puliendo hacia el 87 u 88 un repertorio de canciones límpidas, brillantes, casi eufóricas en cuanto a sus guitarras brillantes y su perfecta conformación “pop”. Y la joya de la corona, la canción irresistible, la que se iría puliendo, sin acabarse nunca de hacerlo, desde el 88 y siguiendo, según dicen, hasta nuestros días, es “There she goes”.

Fascinados por el deslumbrante talento de Mavers y la brillantez y perfección de las composiciones de su grupo, en su discográfica los anduvieron persiguiendo durante más de 3 años, para que finalizaran de una vez el inacabable proceso de pulido de los temas, meterlos en un estudio, y grabar por fin su primer álbum: el disco perfecto, el sonido que habría de revolucionar las listas de UK y del pop mundial… ¿los nuevos Beatles?

…Pero no fue posible. Lee nunca soltaba del todo las canciones. Les daba vueltas y más vueltas, las grababa una y otra vez, añadiendo algo, quitándoles otra cosa... Consiguió que le trajesen una mesa de grabacion auténtica de los 60 para conseguir un sonido como el de entonces, y luego lo mandó todo al carajo porque decía que la habían limpiado y quitado el “auténtico polvo de los 60”. Insistía en que las guitarras con polvo encima sonaban mejor, buscaba mil modos distintos de encontrar un sonido más puro, más cristalino: reverb en las voces (con ese extraño efecto de eco), guitarras dobladas y triplicadas… Siempre en acústico.

Finalmente, alguien de la discográfica, ya en el 90, tuvo que encargar un “robo” de las cintas de Lee, para contratar, a hurtadillas de la banda (de su líder) al más brillante productor de pop del momento, (Smiths, Ligthning Seeds) el (titánico) trabajo de la producción del gran disco, del disco eternamente esperado. Cuando al fin salió el disco homónimo de “The La’s”, con 12 cortes cuasi-perfectos y brillantísima producción, la crítica fue unánime, el público aficionado, por unos tiempos, respondió entusiasmado: era el nuevo sonido, el disco más impresionante de los últimos tiempos, el grupo más convincente y novedoso… y sobretodo, contenía la canción perfecta: “There she goes”.

Así pués, el disco entusiasmó a todos, crítica, público, incluso oficiosamente a los otros miembros de la banda… a todos menos a Lee Mavers. El escurridizo cantante echó pestes, aseguraba que le habían robado, escamoteado, que era el peor disco que nunca había oído… Que las canciones no estaban acabadas… A partir de ahí hubo un deterioro de relaciones con la discográfica, que ya nunca se enderezaría del todo. Pese al berrinche, The La’s se empezaron a mover, fueron reclamados en los USA, su canción trepó en las listas y no tardarían en llegar versiones de ella… Para los nuevos grupos, The La’s –aunque las noticias, debido a lo que ocurrió después, nos extrañen tanto- era el grupo perfecto: Liam Gallagher hablaba de Lee como su primer ídolo vivo, incluso su actitud en un escenario hoy, parece calcada de la de Lee. Pero éste, ya entonces, empezaba a dar preocupantes síntomas de que algo no iba bien. Movía exageradamente la cabeza, cada vez más, al cantar; padecía comportamientos extraños; no tardó en decirse que “There she goes”, en lugar de a una chica, estaba dedicada a la heroína “running thru my veins…”, causa de la dependencia en la que ya andaba metido. …Finalmente una noche de 1992, en un concierto en un teatro de Manchester, y en el medio de una canción, Lee se quedó parado, mirando fijamente a la lámpara de araña que colgaba en el centro del lugar. Creía haber detectado un micrófono oculto que su compañía le había puesto, para sacarles un disco en directo. Entonces, salió del escenario, y ya no volvió más.

Desde entonces, The La’s quedaron como una empresa bruscamente detenida en el tiempo: el grupo se acabó, sus componentes se buscaron otros proyectos, y Lee quedó absorbido en una suerte de Limbo, en medio de sus problemas con la heroína, aparentemente retirado en lo que él llamaba su “perfecta vida familiar”, lo único junto a la música que ya le importaba, viviendo modestamente en un anónimo barrio de Liverpool con su mujer y su hijo. Muchas fueron las ofertas que le llegaron para volver a componer, para volver a la música: todas las rechazó. Se dice, se decía, que Lee seguía grabando y grabando, dándole eternamente vueltas para encontrarle la perfección a la ya perfecta canción, “There she goes”. Otros, aseguraban que había compuesto “decenas de canciones más, todas perfectas, impresionantes”, pero nunca estaban preparadas para salir a la luz. Que se las había tocado y habían quedado deslumbrados, pero era un espectáculo sólo para “iniciados”. En sus escasas apariciones públicas, Mavers aparecía como desconcertado, perdido. Ligeramente deteriorado, aunque extrañamente también, con ese eterno aspecto juvenil, del perfecto rocker de los 60 con su flequillo y su actitud desafiante que había sido siempre… Ha seguido viviendo de los Royalties de TSG, convertida luego en éxito por otros grupos, y finalmente, en 2002, se volvió a reunir en una noche con su viejo compañero de “The La’s”, para dar una serie de actuaciones. Pero ya nunca nada ha vuelto a ser lo mismo. Decía un importante promotor de conciertos de USA “he visto a cientos, miles de bandas tocar en directo en mi vida. Pero nunca ninguna me dejó una impresión como The La’s en los 90”. ¿Dónde está ahora Lee? Nadie lo sabe. Ni ahora, ni hace cinco años, ni hace diez… Parece alguien introducido en un mundo propio, un mundo mágico, donde oye las canciones, la música –como dijo alguna vez- dentro de su cabeza, de una forma que le resulta imposible reproducir al exterior. Dándoles mil vueltas para sacarles ese ideal sonido interior. Un limbo del que no puede salir, del que ya es tarde para escapar: “Gimme one last kiss/ before i get out of this”…

Hasta aquí, más o menos, la historia de Lee.


LO MÁGICO Y LO REAL

“Una canción que es sólo estribillo”, ha dicho alguien de “There she goes”. Estribillo-puente- estribillo-estribillo–puente-estribillo, ¿la estructura perfecta? ¿Es la estructura perfecta de algo, un lugar del que no se puede salir? ¿Necesita la vida de sus imperfecciones y errores, para poder ser vivida? …Una vez un amigo mío, mientras trabajábamos juntos, empezó a poner una canción en el reproductor que se repetía una vez y otra, y otra…como en un bucle, y la verdad es que entonces me dió miedo. Pues bien, yo, ahora, he hecho lo mismo con TSG. Alguien dijo también: “ojalá no hubiera escuchado nunca esta canción. Ahora es peor”.

…Ese sentimiento fatalista que está presente en lo “mágico”, es lo que temo que nos puede llega a atrapar. “Una casa de la que ya no le es posible salir”, han dicho de Mavers: su estructura perfecta de canción, a la que seguir dando vueltas y vueltas. En el video del tema, los chavales salen, como en fugaces imágenes, cantando por las calles de su ciudad. Pues bien. Es como si hubieran quedado atrapados ahí: en ese instante, en ese brillo mágico. En el momento de esplendor. (Curiosamente, la canción no llega al final en el youtube…)

…Sin embargo, lo mágico, a parte de todas las problemáticas que conlleva, de lo deslumbrante que contiene dentro, también tiene su lado oscuro. Su precio que pagar. Un precio que se va acumulando en un crédito con la Vida. Un crédito cada vez mayor y mayor. De ahí los casos de tantos que no han podido volver…

…Y yo también conozco esa sensación en que cualquier cosa ínfima se convierte en barrera insalvable, y luego, de repente, todo se hace extremadamente fácil…

Por ejemplo a veces vas andando por la calle, inmerso en tus propia fantasías, en una cancioncilla que vas cantando y un mundo como ensoñado al que vas dando vueltas… y de repente un frenazo en un paso de cebra te despierta. Te devuelve a “lo real”.

…Yo lo que creo es que la diferencia entre lo “mágico” y lo “real”, está en que en el mundo de lo mágico, uno nunca se repone del todo de aquello que se ha perdido. Se queda dándole vueltas y vueltas, volviendo eternamente al lugar en que algo se hubo perdido, enganchado a esa nostalgia, sin ninguna intención de siquiera volver a mirar adelante, y soñar que aquello de atrás se pueda olvidar. Se pueda superar. En cambio, en la vida “real”, se producen pérdidas, fallos, errores, continuamente, y el asunto, la clave, está en que esas pérdidas se superan continuamente, se olvidan y la vida siempre sigue, con su ritmo infernal. Aquél que se queda estancado en algo que no supera, queda deshechado para la Vida, que siempre nace y muere y a la tragedia contrapone el resurgimiento…

Así pues, la historia de Lee tiene que ver con cierta obsesión con la música, con las canciones, una obsesión que de pronto desaparece, y se convierte en algo malsano. Como dicen, la música abre puertas de la Ilusión, que ya no es posible cerrar… En todo caso, el hizo con TSG, y 2:45 segundos de canción, algo mejor, que lo que la mayoría de la gente llega a hacer con sus vidas enteras.

Y para acabar, como dijo aún alguien más, “la vida ha ido siendo peor y peor/ pero la música no ha dejado de ser maravillosa”. O algo así.

“…Por allí va ella
Por ahí va ella de nuevo
-Como corriendo por mis venas-
Y ya no puedo detener más
Esa sensación, que sigue y sigue…”


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta la canción. No conocía la historia de este chaval y la verdad esque me ha parecido interesante, alguna que otra vez me he visto en la misma situación delante de un escrito, puedes escribir otra cosa pero continuas dandole vueltas al mismo, cambiando orden, palabras...intentando que quede perfecto. Besitos!

Anónimo dijo...

Hola!
Me encanta lo que escribiste sobre los La's y Lee Mavers. Yo conocí a los La´s cuando todavia vivía en Líbano. Creyo que era el año 1994. Un país con muchos problemas y la imposibilidad para un amante de la música encontrar discos. Me acuerdo cuanto me costó en dinero comprar revistas de música extranjeras y leer sobre los artistas y los grupos. Pues un día pasaron la cancion There She goes de los La´s y me acordé de uno de los artículos sobre la dura cabeza y el genio del Lee Mavers. Corrí para encontrar un ordenador con una conexion internet. Compré el album en línea con la tarjeta de crédito de mi primo y la verdad es que hasta hoy no lo he devuelto dinero! Todos los años ahorré mi dinero y esperaba hasta que mi familia o un amigo se vaya se viaje para pedirles comprarme los discos que queria. Cuando me acuerdo de todo este, lamento la tecnología mp3 de hoy. Pero buena, a cada decada su manera!Saludo!! rocketgirl__@hotmail.com

El-Al-Eim dijo...

Bonita historia.

Veo que compartimos la misma fascinación por la música, y por los líos y embrollos cotidianos en la vida!

Me ha gustado la hª... y por favor devuélvele el dinero a tu primo!!

Anónimo dijo...

Me encantó tu nota. La historia de este hombre es muy interesante y es una lástima que esa falta de confianza o sobrexigencia lo haya dejado asi.
Seguí publicando cosas que las escribis muy bien (parece que soy amigo tuyo jaja)