…Yo tenía un amigo (…) que siempre que le preguntaban sus compañeras de trabajo p.ej., si sabía si tal día del mes que entraba era un puente, nunca lo sabía; y ¿quieren que les diga por qué? Pues, según el mismo decía, porque nunca acostumbraba a mirar hacia delante, no tenía esa costumbre, sino antes bien lo que más acostumbraba era a rememorar y a darle vueltas y a mirar lo que se dejaba atrás una y otra vez como si aún fuera posible cambiar algo de lo ya sucedido, o extraer alguna conclusión, o simplemente volver a traerlo hacia el presente. Volver a traerlo, el pasado.
Detestaba por ejemplo que le hablasen en Octubre de que ya estaban preparando la Cena de Navidad, pues él en realidad aún estaba dándole vueltas y rumiando el verano, porque tal vez no había sido suficiente o pensaba que se le había escapado sin aprovecharlo. Las cosas, los días, las fechas se le echaban encima sin apenas esperarlo, sumergido en esa vorágine de quien anda esperando continuamente el fin de semana que nunca llega del todo, (….) pues había llegado a la impresión –extraña- de que las cosas que se esperan del futuro, y se andan previendo, luego cuando llegan y pasan, no son del todo como se habían esperado, y los días transcurridos en el intermedio no vienen a cumplir, una vez pasados, con esa entelequia que eran en el futuro, el momento en que los imaginábamos aún por llegar.
Si había algo que le reventaba, era esa costumbre de la gente de estar continuamente anticipando lo que había de venir en el futuro: esa manía de vivir permanentemente en una espera, como de algo que nunca llega a cumplirse, como una forma de autoengañarse, (como una tía suya –nos contaba- que todo el tiempo, cuando se acababan las navidades, se decía: “bueno, pues ya se ha pasado. Otro año más”). Como decir “hemos cumplido”…
…O por ejemplo, leía una noticia en el periódico, un periódico pasado de fecha mientras tal vez tomaba un café en un bar –y las pesadas de sus compañeras parloteaban de las tonterías que harían en el puente que estaba por llegar- y le sobrecogía la impresión de cómo la noticia allí escrita de un suceso importante que vendría a producirse al día siguiente, en realidad había sucedido ya… En definitiva, sufría de algún tipo de descuadre o desajuste con el tiempo, pues podía sentirlo de una forma que no lo hacía confortable, o no lo dejaba conforme una vez que las cosas habían pasado y las miraba para atrás…
Creo que eso le sucedió a mi amigo desde un día, un curioso día en que, sentado en el bar, habiendo acabado su café, mirando una noticia sobre el futuro en un periódico pasado de fecha –que ya había sucedido-, mientras tal vez las pelmazas de sus compañeras parloteaban a su lado sobre las chorradas que planeaban hacer ese mismo puente que se avecinaba, …, agarró una moneda para pagar, y en un sólo instante, la moneda resbaló de la mano de la camarera y rodó por la barra, entre sus torpes manos, hasta ir a rebotar… contra el suelo varias veces. Fue una tontería, luego cogió la moneda y pagó y todo eso, pero notó algo extraño en ese preciso instante, como un flash o un escalofrío, y cuando luego miró al televisor del bar, las noticias que daban, le pareció que el locutor hablaba de algo… que aún no había venido a producirse, o quizás, de algo que en realidad ya había quedado atrás…
Desde ese día, mi amigo, (…), hacía cosas extrañas: de repente una noche, ya muy entrado el mes de octubre, mientras conducía, a lo mejor le daba por bajar la ventanilla y subir la música de la radio a tope, como se haría tal cuál, si fuera verano. Con la pequeña puntualización de que, era octubre, y no era ya verano. Y además, subía en la radio una canción, por ejemplo, de Iguana Tango, que como todo el mundo sabe, Iguana Tango es un grupo ya pasado de moda que no escuchaba nadie. O mismamente, escuchando esa canción pasada de moda, con la ventanilla bajada, le decía algo a algunas chicas que caminasen por la calle, que es algo que ya no se hace, y menos aún con una canción de Iguana tango –alguna vez, una de estas jugadas, nos llegó a costar incluso un susto, al despistarse del volante, e ir a parar hacia otro coche…- Creo que mi amigo decidió ese día que, aunque estuviéramos en fechas de bien entrado el Otoño, él iba a vivir entonces sus vacaciones de verano, bien porque no las había tenido o bien porque no le había parecido suficiente, o no había tenido la sensación de haber vivido suficientemente el “verano” como él creía que debía ser, o como creía recordarlo de cómo habían sido otros veranos de su pasado.
También, cuando se “emocionaba” con el coche, se ponía a acelerar y frenar, o girar suavemente el volante como siguiendo el ritmo de la canción…. ya me diréis si no son esas cosas que ya no se llevan. O se empeñaba en ir a la piscina insistiendo en que aún estaba abierta, con el agua limpia pues decía oír la depuradora, o comentaba que había que aprovechar aún no se qué “veranillo de San Miguel”… O decía que era la mejor fecha para viajar, para hacer un pequeño viaje… en bicicleta. Como los que hacíamos antes en el pueblo, y en verano.
También sucedía que de repente nos decía una noche “os voy a llevar a un sitio”, y cuando cogíamos y llegábamos, resulta que era un bar de hace nosecuantropecientos años ha que ya no estaba allí o había cerrado, y todos pensábamos que mentalmente había encallado en un lapso de tiempo de cuatro o cinco años atrás. Porque por ejemplo también, luego nos ponía una cassette en el coche, que ya ningún coche lleva reproductor para casette, y eran todo canciones grabadas de hacía un lustro o más, él decía “bueno, esto son canciones que me he quedado anclado en hace un par de temporadas o así” y nosotros le decíamos “ya, ya; de hace cinco años por lo menos”…
O cuando le proponían (sus compañeras) querer hacer un plan para un fin de semana del futuro, no quería saber nada, pues siempre le parecía muy lejano, como si él estuviera instalado en el pasado, y ese tiempo del futuro le pareciese aún mucho más allá desde el presente. Demasiado como para poder ni imaginarlo. Porque luego, cuando se hacían los planes, le entraba la sensación, cuando se estaba ya en ello, de que había que cumplir solamente con todo, para poder llegar al final del fin de semana y decir “ya se ha cumplido. Se ha acabado el finde, y se ha acabado el plan, como debía ser”.
El tenía que ser todo, de “aquí te pillo, aquí te mato”.
Le pasaba en definitiva, que el estar pensando siempre en lo que se iba a avecinar, le hacía que el presente fuese un continuo “ir saliendo del paso”; y él estaba ya un poco cansado en su vida de que todo fuese un puro “salir del paso”. Alguna vez tenía que ser algo más.
…Mi amigo, siempre que encontrábamos un camino caminando por el campo por ejemplo, se decía “me pregunto a dónde llevará esto”. El sabía que en la vida, en la naturaleza, en realidad todo era lógica y sentido común, mientras el absurdo y lo irracional lo poníamos los humanos. También recuerdo, una vez que le preguntaron que cuál era su especialidad en su profesión, que dijo “yo soy… especialista en nada”; y luego alguien dijo, “eso hay que apuntárselo”, pues como decía mi amigo, que las cosas para qué nos las apuntábamos, pues evidentemente, para qué iba a ser, “para impresionar a las chicas”.
…Mi amigo era, ni que decirlo hay, pues, un perfecto “don nadie”.
Detestaba por ejemplo que le hablasen en Octubre de que ya estaban preparando la Cena de Navidad, pues él en realidad aún estaba dándole vueltas y rumiando el verano, porque tal vez no había sido suficiente o pensaba que se le había escapado sin aprovecharlo. Las cosas, los días, las fechas se le echaban encima sin apenas esperarlo, sumergido en esa vorágine de quien anda esperando continuamente el fin de semana que nunca llega del todo, (….) pues había llegado a la impresión –extraña- de que las cosas que se esperan del futuro, y se andan previendo, luego cuando llegan y pasan, no son del todo como se habían esperado, y los días transcurridos en el intermedio no vienen a cumplir, una vez pasados, con esa entelequia que eran en el futuro, el momento en que los imaginábamos aún por llegar.
Si había algo que le reventaba, era esa costumbre de la gente de estar continuamente anticipando lo que había de venir en el futuro: esa manía de vivir permanentemente en una espera, como de algo que nunca llega a cumplirse, como una forma de autoengañarse, (como una tía suya –nos contaba- que todo el tiempo, cuando se acababan las navidades, se decía: “bueno, pues ya se ha pasado. Otro año más”). Como decir “hemos cumplido”…
…O por ejemplo, leía una noticia en el periódico, un periódico pasado de fecha mientras tal vez tomaba un café en un bar –y las pesadas de sus compañeras parloteaban de las tonterías que harían en el puente que estaba por llegar- y le sobrecogía la impresión de cómo la noticia allí escrita de un suceso importante que vendría a producirse al día siguiente, en realidad había sucedido ya… En definitiva, sufría de algún tipo de descuadre o desajuste con el tiempo, pues podía sentirlo de una forma que no lo hacía confortable, o no lo dejaba conforme una vez que las cosas habían pasado y las miraba para atrás…
Creo que eso le sucedió a mi amigo desde un día, un curioso día en que, sentado en el bar, habiendo acabado su café, mirando una noticia sobre el futuro en un periódico pasado de fecha –que ya había sucedido-, mientras tal vez las pelmazas de sus compañeras parloteaban a su lado sobre las chorradas que planeaban hacer ese mismo puente que se avecinaba, …, agarró una moneda para pagar, y en un sólo instante, la moneda resbaló de la mano de la camarera y rodó por la barra, entre sus torpes manos, hasta ir a rebotar… contra el suelo varias veces. Fue una tontería, luego cogió la moneda y pagó y todo eso, pero notó algo extraño en ese preciso instante, como un flash o un escalofrío, y cuando luego miró al televisor del bar, las noticias que daban, le pareció que el locutor hablaba de algo… que aún no había venido a producirse, o quizás, de algo que en realidad ya había quedado atrás…
Desde ese día, mi amigo, (…), hacía cosas extrañas: de repente una noche, ya muy entrado el mes de octubre, mientras conducía, a lo mejor le daba por bajar la ventanilla y subir la música de la radio a tope, como se haría tal cuál, si fuera verano. Con la pequeña puntualización de que, era octubre, y no era ya verano. Y además, subía en la radio una canción, por ejemplo, de Iguana Tango, que como todo el mundo sabe, Iguana Tango es un grupo ya pasado de moda que no escuchaba nadie. O mismamente, escuchando esa canción pasada de moda, con la ventanilla bajada, le decía algo a algunas chicas que caminasen por la calle, que es algo que ya no se hace, y menos aún con una canción de Iguana tango –alguna vez, una de estas jugadas, nos llegó a costar incluso un susto, al despistarse del volante, e ir a parar hacia otro coche…- Creo que mi amigo decidió ese día que, aunque estuviéramos en fechas de bien entrado el Otoño, él iba a vivir entonces sus vacaciones de verano, bien porque no las había tenido o bien porque no le había parecido suficiente, o no había tenido la sensación de haber vivido suficientemente el “verano” como él creía que debía ser, o como creía recordarlo de cómo habían sido otros veranos de su pasado.
También, cuando se “emocionaba” con el coche, se ponía a acelerar y frenar, o girar suavemente el volante como siguiendo el ritmo de la canción…. ya me diréis si no son esas cosas que ya no se llevan. O se empeñaba en ir a la piscina insistiendo en que aún estaba abierta, con el agua limpia pues decía oír la depuradora, o comentaba que había que aprovechar aún no se qué “veranillo de San Miguel”… O decía que era la mejor fecha para viajar, para hacer un pequeño viaje… en bicicleta. Como los que hacíamos antes en el pueblo, y en verano.
También sucedía que de repente nos decía una noche “os voy a llevar a un sitio”, y cuando cogíamos y llegábamos, resulta que era un bar de hace nosecuantropecientos años ha que ya no estaba allí o había cerrado, y todos pensábamos que mentalmente había encallado en un lapso de tiempo de cuatro o cinco años atrás. Porque por ejemplo también, luego nos ponía una cassette en el coche, que ya ningún coche lleva reproductor para casette, y eran todo canciones grabadas de hacía un lustro o más, él decía “bueno, esto son canciones que me he quedado anclado en hace un par de temporadas o así” y nosotros le decíamos “ya, ya; de hace cinco años por lo menos”…
O cuando le proponían (sus compañeras) querer hacer un plan para un fin de semana del futuro, no quería saber nada, pues siempre le parecía muy lejano, como si él estuviera instalado en el pasado, y ese tiempo del futuro le pareciese aún mucho más allá desde el presente. Demasiado como para poder ni imaginarlo. Porque luego, cuando se hacían los planes, le entraba la sensación, cuando se estaba ya en ello, de que había que cumplir solamente con todo, para poder llegar al final del fin de semana y decir “ya se ha cumplido. Se ha acabado el finde, y se ha acabado el plan, como debía ser”.
El tenía que ser todo, de “aquí te pillo, aquí te mato”.
Le pasaba en definitiva, que el estar pensando siempre en lo que se iba a avecinar, le hacía que el presente fuese un continuo “ir saliendo del paso”; y él estaba ya un poco cansado en su vida de que todo fuese un puro “salir del paso”. Alguna vez tenía que ser algo más.
…Mi amigo, siempre que encontrábamos un camino caminando por el campo por ejemplo, se decía “me pregunto a dónde llevará esto”. El sabía que en la vida, en la naturaleza, en realidad todo era lógica y sentido común, mientras el absurdo y lo irracional lo poníamos los humanos. También recuerdo, una vez que le preguntaron que cuál era su especialidad en su profesión, que dijo “yo soy… especialista en nada”; y luego alguien dijo, “eso hay que apuntárselo”, pues como decía mi amigo, que las cosas para qué nos las apuntábamos, pues evidentemente, para qué iba a ser, “para impresionar a las chicas”.
…Mi amigo era, ni que decirlo hay, pues, un perfecto “don nadie”.
3 comentarios:
Pues me ha encantado tu Don Nadie. Y afortunadamente está más repleto de Don Nadies que de grandes figuras que se desinflan con la misma facilidad que otros las hinchan ;)
Gracias, por dos motivos, por haberte leído todo el tocho... y por lo otro.
Sí, a veces este Don Nadie gusta y cae simpático, lo malo -y te lo puedo asegurar- es lo problemático y complicado que resulta para sí mismo o los qe lo conocemos cercanamente.
Cómo él dijo una vez "no sé muy bien cómo he ido a parar hasta aquí, ..., pero ha valido la pena hacerlo"
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