...2007
Alguien dijo alguna vez, que ahora no recuerdo muy bien, que cuando más intensamente se recuerdan y reviven los viajes, es al día siguiente de haber aterrizado de vuelta. Pues bien, yo no lo hice así; pasó el día sigueinte, y ha pasado mucho tiempo y yo, que aún no tengo las fotografías, debo escribir una historia que tengo en la cabeze desde el último día que estuve allá, como se suele decir "aunque sea lo último que haga en mi vida".
...Tiene que ver con esta canción...:
...y llegará muy pronto.
"...Que vivimos permanentemente engañados por el mito del fin de semana (...) es un hecho. (...) Como algo a lo que siempre se está esperando, que siempre está por llegar, y nunca se materializa -en realidad (...) al menos para nuestras cabezas..."
...Esta iba a ser una entrada sobre un tipo, que un día dió un salto, y ya nunca volvió a caer...
También iba a ser una entrada sobre un amigo mío que le pasaba una cosa muy curiosa: y era que él sentía el paso del tiempo, al doble de velocidad del resto (pero cómo lo podría probar?) De ahí su eterna cara de aturdimiento...
...Iba a ser una entrada sobre los mil títulos distintos que se me han ocurrido para ponerle a las entradas, y las cero historias que tengo para contar debajo...
También iba a ser una entrada sobre el nuevo móvil que me han regalado -por mi cumple- que yo pensaba que con el cambio traería tb llamadas y mensajes de gente... pero resulta que el móvil es nuevo, pero las llamadas son las mismas...
O iba a ser una entrada sobre aquél tipo que un día conocí, que alla dónde iba estaba siempre condenado a hacer lo contrario de lo que hiciera todo el mundo: si la gente sonreía o reía, él estaba serio; si la gente aullaba en un programa de televisión, a él lo podías ver en su asiento leyendo el periódico...
O sobre un tipo que un día encontré en el metro cuya mayor ilusión era coleccionar viejas películas del Oeste que desesperadamente, con una lista, buscaba en los videoclubs...
Tb iba a ser una entrada sobre el tipo que despertó de la siesta soñando que le llegaba el mensaje de la persona de quién tanto lo esperaba... y al despertar encontró que estaba tumbado en un banco, y debía volver a trabajar...
E iba a ser una entrada sobre ese tipo de quién un día se olvidaron todos de golpe...; y cuando volvió a estar bajo los focos, y lo volvieron a recordar, el hombre sólo pudo contar... "una historia, que no interesaba a nadie..."
...Y en fin, tb iba a poner por aquí un poemilla o coplilla que hoy recordé de hace tiempo, pero con el día que tengo, ahora al ponerme a escribir, pues tampoco lo he podido recordar. Sólo sé que se llamaba:
"SI TÚ QUIERES, YO SÍ QUIERO"
...así que cuando tenga un día mejor que éste, y la entrada pues... se deje hacer un poco más y no sea tan estrecha como hoy, prometo ponerlo... ¿mañana?
De momento os dejo con el amigo S. Dalma, para redondear un día... horterilla.
El día en el que no podía llegar al trabajo –por más que lo intentaba
Es el día en que no encontraba ningún bar abierto para tomar un café
Y es el día en el que intenté tomar el metro del andén de enfrente
El mismo día en que toda la ciudad me parecía hecha de escaleras
Y era el día en que no encontraba la ropa, para acabarme de vestir
El mismo día en que descubrí un agujero en mi bolsillo
Era el día en que nunca acababa de sonar el despertador, para levantarme
Es el día en que no encontraba la manera de entrar al metro al fin.
Y era el día en que no hallaba la forma de acabar una conversación
Es el día en el que me acordé otra vez del viaje que no hice
O el día en que me decía continuamente: “algo no va bien”
Era el día en que no podía escapar a los recuerdos de lo que no había vivido.
Ese día en que… no conseguía creer en nada de lo que decía... (sigue)
Bueno, hoy no tengo mucho que decir de nada, simplemente estoy un poco “aplanado” por el verano y por la vida en general, así que se me ha ocurrido ponerme a escribir de cualquier cosa a ver qué sale…
…Pues yo estaba apoyado en esta esquina, esperando ver a la gente pasar, y esperé y esperé y nadie pasó… O si pasó alguien conocido, y yo miré de reojo, no me vieron o no me quisieron ver, y yo tampoco quise tal vez saludar, harto de hacerlo y que no me respondan, como quien clama en el desierto…
“…Y pasó /tanta gente por delante que nadie me vio”
…La gente esta llena de sobreentendidos, que sólo unas pocas veces son acertados. La vida está llena de callejones sin salida a los que nos conducen los días, y sólo unos pocos de repente se van abriendo en grandes rutas que tal vez iluminen el futuro de nuestras vidas. Como veis, me he puesto a filosofar. He dejado ya la esquina en la tarde soleada, a medida que el sol bajaba y me iba molestando, y me he metido en un soleado bar. Y en los bares, pues, o se bebe, o se filosofa; o las dos cosas.
“lo mejor está por venir. Hemos ido muy deprisa…”
…Las soleadas rutas que inesperadamente te llevan a otro lugar de tu propia vida, a veces tal vez llegan desde un principio oscuro, pequeño, que no pintaba nada bien. Y luego repentinamente, sigilosa o tímidamente, se va tirando del hilo. Todo lo demás va quedando como vías muertas, eslabones perdidos… Tal vez eso tan grande, en lo que habías puesto tantas esperanzas, y que se fue a pique… Con la gente es igual. A veces una persona llega tímidamente, nada esperas de ella, y un día de pronto, se abre camino. Se empieza a abrir una nueva posibilidad, y con un vuelco de corazón, aciertas a tener la certeza de que esta vez será la buena. De que, con ella, sí. …Otras veces, eres tú el elegido. Te chantajean, te dan ultimatums, dejas de luchar –cansado- por esa ilusión esquiva, y te quedas con lo que se te da: ya no eres infeliz; pero tampoco dichoso.
“Tan libre y tan aislado / buscando nada en ningún lado”
…El sol de tal vez uno de esos pasajes secretos de la vida que me podrían llevar a otro lugar, se empieza a poner tras de los lejanos edificios, por las cristaleras del bar perdido en que me encuentro. Definitivamente, no soy un aventurero. No sé elegir los momentos. A veces en la vida llegas a pensar que estas condenado a resbalar por todo, y de todos, y que nadie te asirá un día el brazo para quedarse contigo. Tal vez secretamente no lo quieres, tal vez inconscientemente lo evitas. Pero a menudo el mundo parece fluir tan coherente, toda esa gente, contigo aparte a un lado… Y te sorprendes haciendo que buscas a alguien, cuando en realidad si te paran, respondes: “no, no estoy buscando a nadie”.
…Me gustan las canciones suaves, que lo son aparentemente, pero de fondo son las más duras…
“Desde que tú te fuiste nunca fue lo mismo /perdí la razón por pasarme de listo…”
…Hago una mueca con mi cara, y le pido al jefe que ponga una última. Mañana trabajo. Y le pido de paso otro favor: que ponga música. Un poquitito de música por favor. Me sorprende en la radio la canción que da fondo a esta entrada, y que me incitó a pergeñar estas líneas en una servilleta de este perdido bar. Hacía TANTO que no la escuchaba… Hoy no tenía palabras para nadie, y esa sóla melodía me ha empujado a divagar todo lo de acá arriba. …Hace un rato mismo, le hacía esa misma mueca del bar a una chica en el Metro –sólo por molestar- y se asustó: salió corriendo. …Je, je, puedo ver hasta el video, una camioneta que recorre un paraje soleado del interior, aunque aquí, afuera ya, cayó la noche. Tal vez pronto deba marchar, encontrar esos lugares… Alguien me dijo, de algún otro “no sabía que todo eso lo hacían para que se fuera de allí. Para que saliera, y buscara suerte en otro lejano lugar…” o algo así… Y pienso si conmigo no será igual. Como decía otra canción “ya sabes como hay que apurar/ la última vida de un gato”, me apuro la penúltima: tal vez como me dijeron hace poco “aún eres muy joven”; e igual que no me atreví a responder “pero también soy un poco gato”
¡Qué se debe, jefe! …Y a otra cosa…
“..te guardé una entrada para el “desconcierto” / ví tu sitio vacío y preferí verme muerto”
Todos los comentarios y frases entrecomillados y en cursivas, fueron pronunciados por los protagonistas de una triste y lejana historia sucedia en Madrid hace ya demasiado tiempo...
…En el momento en que escuché casi por casualidad oír hablar sobre Lee Mavers –una de esas conversaciones ajenas, en el Metro o en cualquier otro lugar- se apoderó de mí una fascinación por saber, por conocer algo más del personaje. Supe que ya no lo podría dejar pasar. Por él, y por la canción de la moraleja que iniciaba este artículo. La canción sería, sin duda, “There she goes”. Y el personaje perdido sería, por supuesto, Lee Mavers, de los “The La’s”. Hagan una cosa: pónganle “There she goes” a cualquier persona que conozcan: reaccionara, creerá reconocerla, preguntará de qué le suena tanto esa melodía, …pero no sabrá decir quién la cantaba.
…Les voy a contar una historia. La historia de un grupo de mozalbetes (suenan de fondo unos acordes introductorios casi irresistibles), unos mozalbetes de una ciudad del norte industrial de Inglaterra, p.ej., Liverpool (ciudad curiosamente generadora de grandes grupos musicales, un ejemplo sería The Beatles, no se si les suenan), unos chavales casi imberbes aún, que se juntan por su pasión por las guitarras y por los grupos de Beat Rock de los 60, sobretodo Beatles y Stones. Destacaba entre ellos un muchacho problemático, con pocas habilidades sociales o en la escuela, y que sin embargo empezaba a descollar por una preocupante habilidad… la de empezar a conseguir que misteriosamente surgiera magia cuando cogía una guitarra y cantaba. Eran mediados los 80, pero para ellos era como si fuese el 66: les podía dar igual. Tal vez su fantástico mundo de cuerdas y bordones, y coches rápidos y brillantes de los cincuenta, y muchachas que veían pasar sin que dejara de cortárseles la respiración…, fuera demasiado real cuando cogían los mástiles y baquetas y dejaban a un lado toda la grisura de su ciudad; de sus vidas, de sus modestas familias… de todo eso que es la vida sin la música.
Lee Mavers y un grupo de compinches fundaron un grupo de nombre bastante estúpido, “The La’s”, que al parecer se le ocurrió al primer cantante del grupo en un sueño. E igual que uno a veces necesita entrar en calor para que le vayan saliendo las cosas, para que le salgan las cosas realmente buenas que se tienen dentro, The La’s se fueron rodando y entrando en calor a lo largo de los 80, hasta conformarse en cuarteto con Mavers como cantante y principal compositor, o más bien artesano, orfebre de sus propias canciones. Fue así como fueron puliendo hacia el 87 u 88 un repertorio de canciones límpidas, brillantes, casi eufóricas en cuanto a sus guitarras brillantes y su perfecta conformación “pop”. Y la joya de la corona, la canción irresistible, la que se iría puliendo, sin acabarse nunca de hacerlo, desde el 88 y siguiendo, según dicen, hasta nuestros días, es “There she goes”.
Fascinados por el deslumbrante talento de Mavers y la brillantez y perfección de las composiciones de su grupo, en su discográfica los anduvieron persiguiendo durante más de 3 años, para que finalizaran de una vez el inacabable proceso de pulido de los temas, meterlos en un estudio, y grabar por fin su primer álbum: el disco perfecto, el sonido que habría de revolucionar las listas de UK y del pop mundial… ¿los nuevos Beatles?
…Pero no fue posible. Lee nunca soltaba del todo las canciones. Les daba vueltas y más vueltas, las grababa una y otra vez, añadiendo algo, quitándoles otra cosa... Consiguió que le trajesen una mesa de grabacion auténtica de los 60 para conseguir un sonido como el de entonces, y luego lo mandó todo al carajo porque decía que la habían limpiado y quitado el “auténtico polvo de los 60”. Insistía en que las guitarras con polvo encima sonaban mejor, buscaba mil modos distintos de encontrar un sonido más puro, más cristalino: reverb en las voces (con ese extraño efecto de eco), guitarras dobladas y triplicadas… Siempre en acústico.
Finalmente, alguien de la discográfica, ya en el 90, tuvo que encargar un “robo” de las cintas de Lee, para contratar, a hurtadillas de la banda (de su líder) al más brillante productor de pop del momento, (Smiths, Ligthning Seeds) el (titánico) trabajo de la producción del gran disco, del disco eternamente esperado. Cuando al fin salió el disco homónimo de “The La’s”, con 12 cortes cuasi-perfectos y brillantísima producción, la crítica fue unánime, el público aficionado, por unos tiempos, respondió entusiasmado: era el nuevo sonido, el disco más impresionante de los últimos tiempos, el grupo más convincente y novedoso… y sobretodo, contenía la canción perfecta: “There she goes”.
Así pués, el disco entusiasmó a todos, crítica, público, incluso oficiosamente a los otros miembros de la banda… a todos menos a Lee Mavers. El escurridizo cantante echó pestes, aseguraba que le habían robado, escamoteado, que era el peor disco que nunca había oído… Que las canciones no estaban acabadas… A partir de ahí hubo un deterioro de relaciones con la discográfica, que ya nunca se enderezaría del todo. Pese al berrinche, The La’s se empezaron a mover, fueron reclamados en los USA, su canción trepó en las listas y no tardarían en llegar versiones de ella… Para los nuevos grupos, The La’s –aunque las noticias, debido a lo que ocurrió después, nos extrañen tanto- era el grupo perfecto: Liam Gallagher hablaba de Lee como su primer ídolo vivo, incluso su actitud en un escenario hoy, parece calcada de la de Lee. Pero éste, ya entonces, empezaba a dar preocupantes síntomas de que algo no iba bien. Movía exageradamente la cabeza, cada vez más, al cantar; padecía comportamientos extraños; no tardó en decirse que “There she goes”, en lugar de a una chica, estaba dedicada a la heroína “running thru my veins…”, causa de la dependencia en la que ya andaba metido. …Finalmente una noche de 1992, en un concierto en un teatro de Manchester, y en el medio de una canción, Lee se quedó parado, mirando fijamente a la lámpara de araña que colgaba en el centro del lugar. Creía haber detectado un micrófono oculto que su compañía le había puesto, para sacarles un disco en directo. Entonces, salió del escenario, y ya no volvió más.
Desde entonces, The La’s quedaron como una empresa bruscamente detenida en el tiempo: el grupo se acabó, sus componentes se buscaron otros proyectos, y Lee quedó absorbido en una suerte de Limbo, en medio de sus problemas con la heroína, aparentemente retirado en lo que él llamaba su “perfecta vida familiar”, lo único junto a la música que ya le importaba, viviendo modestamente en un anónimo barrio de Liverpool con su mujer y su hijo. Muchas fueron las ofertas que le llegaron para volver a componer, para volver a la música: todas las rechazó. Se dice, se decía, que Lee seguía grabando y grabando, dándole eternamente vueltas para encontrarle la perfección a la ya perfecta canción, “There she goes”. Otros, aseguraban que había compuesto “decenas de canciones más, todas perfectas, impresionantes”, pero nunca estaban preparadas para salir a la luz. Que se las había tocado y habían quedado deslumbrados, pero era un espectáculo sólo para “iniciados”. En sus escasas apariciones públicas, Mavers aparecía como desconcertado, perdido. Ligeramente deteriorado, aunque extrañamente también, con ese eterno aspecto juvenil, del perfecto rocker de los 60 con su flequillo y su actitud desafiante que había sido siempre… Ha seguido viviendo de los Royalties de TSG, convertida luego en éxito por otros grupos, y finalmente, en 2002, se volvió a reunir en una noche con su viejo compañero de “The La’s”, para dar una serie de actuaciones. Pero ya nunca nada ha vuelto a ser lo mismo. Decía un importante promotor de conciertos de USA “he visto a cientos, miles de bandas tocar en directo en mi vida. Pero nunca ninguna me dejó una impresión como The La’s en los 90”. ¿Dónde está ahora Lee? Nadie lo sabe. Ni ahora, ni hace cinco años, ni hace diez… Parece alguien introducido en un mundo propio, un mundo mágico, donde oye las canciones, la música –como dijo alguna vez- dentro de su cabeza, de una forma que le resulta imposible reproducir al exterior. Dándoles mil vueltas para sacarles ese ideal sonido interior. Un limbo del que no puede salir, del que ya es tarde para escapar: “Gimme one last kiss/ before i get out of this”…
Hasta aquí, más o menos, la historia de Lee.
LO MÁGICO Y LO REAL
“Una canción que es sólo estribillo”, ha dicho alguien de “There she goes”. Estribillo-puente- estribillo-estribillo–puente-estribillo, ¿la estructura perfecta? ¿Es la estructura perfecta de algo, un lugar del que no se puede salir? ¿Necesita la vida de sus imperfecciones y errores, para poder ser vivida? …Una vez un amigo mío, mientras trabajábamos juntos, empezó a poner una canción en el reproductor que se repetía una vez y otra, y otra…como en un bucle, y la verdad es que entonces me dió miedo. Pues bien, yo, ahora, he hecho lo mismo con TSG. Alguien dijo también: “ojalá no hubiera escuchado nunca esta canción. Ahora es peor”.
…Ese sentimiento fatalista que está presente en lo “mágico”, es lo que temo que nos puede llega a atrapar. “Una casa de la que ya no le es posible salir”, han dicho de Mavers: su estructura perfecta de canción, a la que seguir dando vueltas y vueltas. En el video del tema, los chavales salen, como en fugaces imágenes, cantando por las calles de su ciudad. Pues bien. Es como si hubieran quedado atrapados ahí: en ese instante, en ese brillo mágico. En el momento de esplendor. (Curiosamente, la canción no llega al final en el youtube…)
…Sin embargo, lo mágico, a parte de todas las problemáticas que conlleva, de lo deslumbrante que contiene dentro, también tiene su lado oscuro. Su precio que pagar. Un precio que se va acumulando en un crédito con la Vida. Un crédito cada vez mayor y mayor. De ahí los casos de tantos que no han podido volver…
…Y yo también conozco esa sensación en que cualquier cosa ínfima se convierte en barrera insalvable, y luego, de repente, todo se hace extremadamente fácil…
Por ejemplo a veces vas andando por la calle, inmerso en tus propia fantasías, en una cancioncilla que vas cantando y un mundo como ensoñado al que vas dando vueltas… y de repente un frenazo en un paso de cebra te despierta. Te devuelve a “lo real”.
…Yo lo que creo es que la diferencia entre lo “mágico” y lo “real”, está en que en el mundo de lo mágico, uno nunca se repone del todo de aquello que se ha perdido. Se queda dándole vueltas y vueltas, volviendo eternamente al lugar en que algo se hubo perdido, enganchado a esa nostalgia, sin ninguna intención de siquiera volver a mirar adelante, y soñar que aquello de atrás se pueda olvidar. Se pueda superar. En cambio, en la vida “real”, se producen pérdidas, fallos, errores, continuamente, y el asunto, la clave, está en que esas pérdidas se superan continuamente, se olvidan y la vida siempre sigue, con su ritmo infernal. Aquél que se queda estancado en algo que no supera, queda deshechado para la Vida, que siempre nace y muere y a la tragedia contrapone el resurgimiento…
Así pues, la historia de Lee tiene que ver con cierta obsesión con la música, con las canciones, una obsesión que de pronto desaparece, y se convierte en algo malsano. Como dicen, la música abre puertas de la Ilusión, que ya no es posible cerrar… En todo caso, el hizo con TSG, y 2:45 segundos de canción, algo mejor, que lo que la mayoría de la gente llega a hacer con sus vidas enteras.
Y para acabar, como dijo aún alguien más, “la vida ha ido siendo peor y peor/ pero la música no ha dejado de ser maravillosa”. O algo así.
“…Por allí va ella
Por ahí va ella de nuevo
-Como corriendo por mis venas-
Y ya no puedo detener más
Esa sensación, que sigue y sigue…”