lunes, 9 de febrero de 2009

un mal día (VI)


…Marqué su móvil, pero no contestó. ¿Estaría trabajando? ...Así que decidí acercarme hasta la tienda en que creía recordar que me dijo que curraba, y me asomé. Sólo conocía a Sara por alguna foto, y allí dentro había varias chicas jóvenes. Me fijé en una pelirroja que estaba doblando un jersey, y recuerdo que me quedé fascinado de lo bien que lo hacía: le quedó perfecto. Yo nunca conseguí doblar uno de mis jerseys en unas mínimas condiciones, como me decía mi madre… De dentro salía una musiquilla... cómo diría, una música como muy envolvente, uno de esos éxitos de FM, pero que resultan especialmente hipnóticos… Me quedé un segundo abstraído mirando, hasta que la pelirroja de rizos me devolvió la mirada. …Como no sabía muy bien cuál era Sara, si es que alguna era, saqué rápido el móvil, y me puse a hacer que hablaba mientras miraba. Hasta que al cabo de un poco comprendí que aquello era bastante estúpido.

Haciendo acopio de valor, me acerqué a la pelirroja de los rizos, que aún estaba cerca, y le pregunté por Sara.

- Sí, trabaja aquí… ¿quién eres?
- Soy Samuel, un amigo… ¿le puedes decir que salga un momento?
- Es aquella.
- …Sí –un gesto de nerviosismo bastante tonto debió de dibujarse en mi cara- ¿le puedes decir que estoy aquí por favor?

Debió de pensar que por qué no se lo decía yo mismo, pero al fin se acercó hacia ella, mientras yo me volvía, de nuevo bastante nervioso. ¿Se acordaría de mí? Tampoco habíamos intimado tanto, y hacía tiempo que no hablábamos. Por otra parte, con los tiempos que corren, pensé, no debe de ser muy encantador el que un desconocido se acerque a una tienda a decirle a una dependienta que salga. Pero Sara apareció, con lo que todos mis pensamientos sobraban. Y dijo:

- Hola.
- Hola.
- ¿Eres Samuel?
- Sí. ¿…Sabes quién soy entonces?

Sólo sonrió, dando a entenderme que sí, pensé.

-Claro… Vaya un momento para decidirte a pasar, ¿no?
- Pues… seguro que te pillo un poco mal… ¿no?
- …No hombre no…

Buscó en el bolso que apresuradamente había agarrado, y sacó un cigarro, mientras me miró de nuevo curiosa.

- ¡Vaya! Eres bastante guapo en persona.
- ¿Sí?
- Sí. Eres mono. –se encendió el pitillo.
- Tú tampoco estás mal… -yo empezaba a mirar para todos los lados posibles.
- …La verdad es que no esperaba que fueras así –dijo, después de dar una calada- Una se espera que los tíos con los que se cartea… bueno, que estás acostumbrada a que sean de otro tipo.
- ¿De otro tipo… menos ‘normal?
- …Llámalo así si quieres –le daba una gracia especial su forma de hablar con el pitillo en la boca. Tenía un punto… descarado.
- …Así que es aquí donde trabajas. –la verdad es que no sabía muy bien qué decirle.
- Qué te parece. Aquí nos tienen, como esclavas.
- Hombre,…no está en mal lugar.
- …Psé, eso sí… -volvía a dar otra calada, y giraba un poco la cabeza cuando exhalaba el humo. Luego me solía mirar. Estaba apoyada contra el muro.
- Venía pensando cuando miraba antes… que me fascina vuestra forma de doblar la ropa. …tú, ¿la doblas también?
- …Hombre, de vez en cuando toca, sé…
- Me fascina, en serio, la perfección con que queda doblada. Yo… soy absolutamente incapaz de doblar un jersey. Siempre me queda mal: una manga por fuera, o queda abultado… –me había vuelto a mirar hacia dentro, fascinado por la luz y la ropa perfectamente colocada… y las compañeras que nos miraban entretenidas.
- ¿Sí? …Bueno, no me dirás que nos vamos a pasar la noche hablando de ropa doblada…
- Je… oye, no sé, pero imagino que estarías ocupada. Sólo se me ocurrió pasarme a saludar, pero…
- Oye tío, que ya es hora de que te hubieras pasado, ¿eh? …Que por aquí pasa todo el mundo, lo quiera o no…
- Pues sí, pero he andado inmerso en unas cuestiones, que me han tenido… no sé, como apartado de todo. Muy liado. –dije, algo nervioso.
- …Ya… ¡ja, ja!

Le arquée las cejas, como toda respuesta.

- Bueno, pero ya está. Te has pasado al fin.
- Sí. Lástima que ya no sea fecha para tomarnos ese helado que teníamos previsto en el Vitamina…
- ¡Ah, sí! Ja, ja… ya no es fecha, no.
- …Aunque si quieres, nos lo podemos tomar igual.
- ¿Sí? Ja, ja, creo que mejor que no… que luego cogemos dolor de garganta.
- ¡…Sí! Jeje… –

Creía que nos habíamos dicho algo de eso por carta. Digamos que prefería pensar eso. La verdad es que yo andaba esperando más que nada, que se acabara el pitillo y le tocase volver a entrar, pero parecía que la chica no terminaba de zanjar con ello.

- ¿Sabes? –me dijo- Me escribía mucha gente, pero tus cartas… no sé, me gustaron. Si no, no te hubiera dado bola.
- ¿Ah no? Vaya, vaya…
- ¡No! Ja ja… en serio. Me gustaron. Me decían algo. No así como las de los otros chicos, que se notaba que estaban… forzando un rollo, para conocerte, y luego ya sabes…
- Vaya por dios, ¿sí? Jaja, no te creo, mujer. No serían tan ‘malvados’…
- ¡Sí sí, que te lo digo yo! – me hizo un guiño y nos reímos un poco más. No era del todo forzado.- Eran malvados… -dijo mirando de nuevo al suelo.
- ¿…Y qué te hace pensar que las mías no iban con la misma intención?

Sonrió, como pícaramente. Hay que reconocer que su sonrisa tenía cierta gracia.

- Bueno, las tuyas tampoco estaban mal. -le dije- Tenían su… ‘encanto’.
- ¿…Sí?-se le iluminaron un poco los ojos.
- ¡Claro! …Si no, no te hubiera dado bola…
- ¡Jaja! Anda anda…-y me dio en el brazo.
- …Bueno, me imagino que tendrás que meterte, ¿no? –observaba ya el cigarro consumido en su mano. Las compañeras dentro seguían la jugada divertidas.
- …Pues la verdad… es que ahora podía tomarme un descansito.
- ¿Sí? ¿A qué hora acabáis?
- A las 11, tío… -me lo dijo como si se le cayera el mundo encima pensándolo.
- Joder, qué tarde. –hizo un gesto con los labios, como de decir ‘sí, pero es lo que toca’. Le dije: - Oye, pues yo ahora iba a irme al Vitamina a pedirme un helado… Si te quieres venir…
- Ja, ja –ahora lo dijo con desgana- Anda… Espera. Si me esperas que entro un momento a por la chaqueta, damos un paseo por la Gran Vía…

Me saqué la chaqueta de los hombros, y se la enseñé.

- Esto sería un poco más como de película, ¿no? Pero abriga igual. –se le ocurrió decir a mi torpe cabeza…

…Pero sorprendentemente tomó la chaqueta, les hizo un gesto a sus compañeras, y echamos a andar, por la Gran Vía abajo. Me fijé en el cielo, que aún estaba claro, como esa claridad última en que el blanco del horizonte se hace más y más intenso. Había más nubes que antes, y ví volar a algunos pájaros, cuando inesperadamente –para mí- noté que Sara me había agarrado del brazo. Caminábamos ya cuesta abajo, hacia Plaza de España y la parte del río.

- …Anda que… hijo, vayas horas que has encontrado para pasarte ¿no?
- ¿Qué les pasa? Están bien… ¿no? A mí me parece que es una bonita hora.
- No, si sí es bonita pero… una a estas horas ya está cansada.
- Me imagino… ¿Qué pasas, mucho tiempo de pié?
- Puf… unas ocho horas… ¿qué te parece?
- Demasiado.
- Eso los tíos no sabéis lo que es.
- ...Ni eso, ni parir –musité.

…Normalmente, a lo mejor le envidio a alguno que veo, por la chica que lleva al lado (en plan de ‘qué hará esta tía con el gilipolla este’) pero esta tarde no, esta tarde, bajando con Sara inesperadamente agarrada de mi brazo, me sentía tan cansado, y al mismo tiempo tan (felizmente) liberado de pasiones, que miraba a los chavales, la parejas de chavales, -que en una noche de miércoles como aquella se arremolinaban, yendo y viniendo, cruzándose, gesticulando, en el frente de los cines-, con una suerte de compasión, una especie de sentimiento (ilusorio, imagino) como de interiormente comprenderlos (cuando otras veces es justo al contrario)… no sé; se me hacían ‘simpáticos’;

Había jarana, como decía antes, delante de los Cines Rex, y en general de todos los de la Gran Vía abajo cuando caminaba por allí con Sara, y yo me sentí irresponsablemente feliz entre esa cierta marabunta, quizás precisamente por estar tan cansado…Aquello me parecía gracioso. Pensé que yo también,… posiblemente, a la vuelta de cualquier día, podría estar por allí en medio con mi pareja como ellos, por entre los cines, cenando en cualquier destartalada cafetería o bar, el Nebraska por ejemplo. Cuando pasábamos por delante precisamente, Sarah me dijo:

- Se te ve muy despreocupado… ¿en qué piensas? …Te hacía una persona… más... responsable…no sé...
- No se lo digas a nadie, pero… creo que me han despedido del trabajo, hace un rato sólo, aunque no estoy completamente seguro…-esto lo dije con una mezcla de congoja y liberación.
- ¿Sí? –se paró en seco- Pero tío… ¿y eso? ¿…Cómo ha sido?- …Perdona… –la miré un segundo serio- …pero… es que hoy estoy muy espeso. –le sonreí- No me apetece hablar de eso.

2 comentarios:

Gema B.M. dijo...

que bonita historia! parece imposible pensar que esté tituada un mal día...

El-Al-Eim dijo...

ja, ja! Bueno, no es lo único q me pasó... q le pasó al prota ese 'día', pero en fin, a veces un 'mal día' en que suceden cosas inesperadas, es mejor que 'un día cualquiera' más, no crees?